Ninguno de nosotros encaja en un solo tipo de procrastinador. A continuación encontrarás un porcentaje asociado a cada perfil, que indica su intensidad en tu personalidad. A partir de los perfiles con mayor porcentaje podrás trazar estrategias para superar la procrastinación.
Para más detalles, mira la clase “Estrategias para detener la procrastinación”, del curso Productividad y Rendimiento, en 4 Go Academy.
Perfeccionista
Temes el fracaso hasta el punto de permitir que te paralice.
Tu tipo de procrastinación está ligada a una fuerte autocrítica y a una gran necesidad de validación externa.
Por mucho que disfrutar haciendo todo bien sea una característica encomiable, el perfeccionismo ilimitado reduce tus posibilidades de éxito y felicidad.
Soñador
Crees que el primer paso para lograr algo es soñar en grande, imaginar y visualizar cómo sería si hubieras logrado todo lo que deseas.
Si bien la creatividad y la ambición son características muy positivas, para que el soñador pueda acceder a todo su potencial y transformarlo en poder, es necesario desarrollar un fuerte arraigo con la realidad y comprender que el mérito no siempre es suficiente para alcanzar sus objetivos.
Evitador
La base de tu procrastinación es la ansiedad y el miedo a lo desconocido.
Tu personalidad no suele ser propensa a afrontar bien los errores y fracasos y prefiere la zona de confort a la posibilidad de no poder manejar algo.
Creador de crisis:
Pospones la entrega de proyectos y todas tus obligaciones tanto como puedas porque crees que sólo así tendrás suficiente combustible para manejar lo que necesitas entregar.
Pero, muchas veces, terminas entregando tarde o con una calidad inferior a tu capacidad. En estos momentos, ¿alguna vez te has encontrado pensando: “¡Ah, si tan solo tuviera un día más!”.
¡Si empiezas antes, tendrás días suficientes para mostrar todo tu poder!
Rebelde
Necesitas libertad y transparencia para realizar entregas de calidad y odias que la gente te cobre por lo que hay que hacer.
Aunque una dosis de rebelión es saludable, se convierte en procrastinación cuando no agregamos un poco de pragmatismo a nuestra visión del mundo.
Ocupado
Para abrazar al mundo, dejas caer la pelota, ¿no?
El procrastinador ocupado deja que sus intereses y ambiciones se canalicen de manera improductiva.
Necesitas trabajar tu capacidad de priorizar y entender que, si el tiempo es un recurso escaso, hay que racionarlo.